sábado, 14 de noviembre de 2015

Tarro oscuro

Todos hablamos del frío,  amaneció  nublado, el aire también  tiene esa temperatura invernal.  Salí  a mirar el cielo a las siete de la mañana,  no pude quedarme más  tiempo en la cama. Mi mujer dormía sin inconvenientes, yo no. Así  que salí a mirar esas nubes blancas y espesas. Los perros se levantaron y fueron a saludar agitando sus rabos y lamiéndome   las manos, ellos también  tenían  pocas ganas de hacer algo novedoso, les serví  sus croquetas y regresaron a sus rincones a seguir reposando. Las urracas bajaron a picotear basurillas  en el pasto, tomaron lo que buscaban y volvieron a las ramas del enorme pino que está  frente a la casa.
Me gusta usar bermudas los fines de semana, así,  aunque  me cubro  con una sudadera, siento en las piernas lo fresco de la mañana,  eso es lo que me hace sentir en casa.
Anoche bebí  cerveza, disfruté  de varios tragos con los amigos, sentados en esa mesa del Corona reímos  mucho, recordamos, celebramos anécdotas  y revelamos secretos. El estar en un sitio con tanta gente, pantallas que dan partidos de fútbol,  con vista a la calle y el bullicio, nos genera la impresión de estar en una fiesta, donde todos somos invitados a celebrar. El mesero es atento, servicial y puntual con las bebidas y los tacos, la edecán  se muestra sensualidad y amigable, en fin, todo es perfecto.
Esta mañana  tengo un ligero  hormigueo en las manos, sé  que es por la bebida, pasará  después de desayunar algo. Prepararé  café  cargado y la sensación  de desvelo y juerga se evaporarán. Pero hay cosas que se quedan, a pesar del café,  el desayuno y el paso de los días. Cada juerga es diferente, no importa que  tus amigos de bebida sean siempre los mismos, los sonidos, los gestos, las reacciones y hasta los aromas suaves permanecen allí, en ese sitio donde archivamos lo simbólico.
La última  semana le he dedicado  más  tiempo  a la lectura, cuestión  que ha logrado llenarme la cabeza nuevamente con imágenes y sensaciones. Disfruto del silencio y quietud de esta actividad. Sin embargo, los efectos no tiene precisamente  las mismas características, por el contrario, las palabras se deslizan a mi interior para palpitar y respirar a su ritmo y tenor.
Amistades, cerveza, lectura, mañanas frías, el reposo de ella en cálido silencio…
El hormigueo  cede, el frío  no.
Habrá  que pedir otra ronda.