Todos hablamos del frío, amaneció nublado, el aire también tiene esa temperatura invernal. Salí a mirar el cielo a las siete de la mañana, no pude quedarme más tiempo en la cama. Mi mujer dormía sin inconvenientes, yo no. Así que salí a mirar esas nubes blancas y espesas. Los perros se levantaron y fueron a saludar agitando sus rabos y lamiéndome las manos, ellos también tenían pocas ganas de hacer algo novedoso, les serví sus croquetas y regresaron a sus rincones a seguir reposando. Las urracas bajaron a picotear basurillas en el pasto, tomaron lo que buscaban y volvieron a las ramas del enorme pino que está frente a la casa.
Me gusta usar bermudas los fines de semana, así, aunque me cubro con una sudadera, siento en las piernas lo fresco de la mañana, eso es lo que me hace sentir en casa.
Anoche bebí cerveza, disfruté de varios tragos con los amigos, sentados en esa mesa del Corona reímos mucho, recordamos, celebramos anécdotas y revelamos secretos. El estar en un sitio con tanta gente, pantallas que dan partidos de fútbol, con vista a la calle y el bullicio, nos genera la impresión de estar en una fiesta, donde todos somos invitados a celebrar. El mesero es atento, servicial y puntual con las bebidas y los tacos, la edecán se muestra sensualidad y amigable, en fin, todo es perfecto.
Esta mañana tengo un ligero hormigueo en las manos, sé que es por la bebida, pasará después de desayunar algo. Prepararé café cargado y la sensación de desvelo y juerga se evaporarán. Pero hay cosas que se quedan, a pesar del café, el desayuno y el paso de los días. Cada juerga es diferente, no importa que tus amigos de bebida sean siempre los mismos, los sonidos, los gestos, las reacciones y hasta los aromas suaves permanecen allí, en ese sitio donde archivamos lo simbólico.
La última semana le he dedicado más tiempo a la lectura, cuestión que ha logrado llenarme la cabeza nuevamente con imágenes y sensaciones. Disfruto del silencio y quietud de esta actividad. Sin embargo, los efectos no tiene precisamente las mismas características, por el contrario, las palabras se deslizan a mi interior para palpitar y respirar a su ritmo y tenor.
Amistades, cerveza, lectura, mañanas frías, el reposo de ella en cálido silencio…
El hormigueo cede, el frío no.
Habrá que pedir otra ronda.
Los demonios de la ebriedad
Hace 1 semana