lunes, 25 de abril de 2016

Promesas sobre el bidet



Recargué  la cabeza contra el cristal y cerré los ojos. El microbús se fue llenando y en algún momento arrancó.  La semana iniciaba laboralmente, pero decidí no ir al trabajo. La mañana era fría.
Abrí los ojos y ya estábamos cruzando tasqueña,  eran las 7:30, aún  estaba a tiempo de cambiar de idea, pero no, seguí con el plan de escape. Necesitaba con urgencia eso, un plan de escape.
A diferencia de los demás pasajeros, no tenía  ninguna prisa por llegar puntual a lugar alguno. Volví  a cerrar los ojos y desperté al llegar al metro xola, quizás por instinto. Viví en un departamento de la colonia Moderna durante seis años. Miré  los edificios color marrón y bajé  en viaducto.
El plan de escape  incluía  un desayuno en el café popular, de la calle 5 de mayo, a unas cuadras del zócalo. Llegué  al lugar, empujé  la puerta tipo cantina y me senté en la barra. Una mesera me entregó  la carta. Había pocos clientes. Al mirar los precios caí en la cuenta de que todo ha subido al menos un 50%, hace 11 años, sentado en esa misma barra pedía  el paquete número  10, huevos al albañil, fruta, café  con leche por un total de 45 pesos, ahora  está en 71, en fin, me sirvieron  el café con leche,  bastante cargado.
Cuando empecé a vivir en el centro,  el popular, además  de la cafetería del hotel, era el único  lugar que frecuentaba para desayunar. En la barra atendía  Rosita,  quien  saludaba diciendo: hola mi amor, buen día,  ¿qué  vas a desayunar?, con un tono maternal. Hoy no la vi, quizás  sea su día de descanso. La última vez se veía  bastante cansada, envejecida.  Como todo mundo, al paso de la rutina y el trabajo.
Hacia tiempo que no escapaba como hoy, cuando vivía solo era más  fácil. Tan sólo  apagaba la alarma y cambiaba  mi postura bajo las sábanas para seguir durmiendo. Ahora eso no es así  de simple.
La vida cambia, uno toma decisiones, pero a veces tardamos en acoplarnos,  es difícil renunciar a los hábitos de soltero.
Camino a la cafetería intenté sentirme aquél soltero de hace 4 años, caminando  sin prisa, olvidando  pendientes, sintiendo la ligereza de la vida, no pude.
Vamos, sí es liviano este lunes, sí he disfrutado de cada bocado del desayuno, pero en definitiva, no soy más  ese  mi yo idealizado,  es más,  recuerdo que en algún momento decidí renunciar a él, al parecer lo he logrado. Como quien decide renunciar para siempre a un viejo amor. Así de improbable mi éxito , así de breve mi promesa…