Hay días, también hay noches en que el piso se debilita, pierde solidez. Caminamos sobre hielo quebradizo, y al fin se fractura. Caer al vacío. La pesadilla común: hundirnos en la nada, ser devorados por hocicos de negrura insaciable. En medio de la incertidumbre encuentro refugio. Sitio de una sola plaza, nadie más a bordo o peligro inminente de naufragio.
Toda barra de cantina es un pedazo de madera de la cuál asirse.
Astillada por las manos que se han aferrado, depositaria de llanto ebrio, tal vez de rabia. Aunque también, sirve para simplemente flotar en aguas que al fin se han tornado tranquilas, y te permiten mirar el fondo, contemplar lo que hay. O en todo caso, lo que ha quedado.
q chido¡¡ haber si puedes checar mi blog y me comentas va http:/andreayerska.blogspot.com/
ResponderEliminarok Andrea, me daré una vuelta por tu espacio. Saludos!!
ResponderEliminar