Vivo en el último rincón del edificio.
El viento me asecha.
Escupe su mirada contra mis ventanas,
Husmea tarde y noche.
Vigila mis manos,
Espía mis temores.
Vivo al final de la frontera,
Allí donde no has mirado nunca.
En el traspatio de tus fugaces arrepentimientos
En el vientre de una puta vieja y sucia.
Bajo la lengua de un pordiosero moribundo.
Esqueletos de fábricas antiguas, son mi paisaje.
El viento da giros interminables
Entre los hierros ya oxidados.
Este es mi sitio.
Atrincherado ante su mirada despiadada.
No olvida.
Nunca olvida.
Ladra y gime como un perro.
Roba las sábanas de la vecindad y frota su sexo.
Olfatea a las jóvenes en edad fértil.
Golpea su abdomen tratando de penetrar construcciones, montañas y rocas
Viento siniestro
Pasa por detrás de mi cráneo y me grita su nombre.
Ayer finalmente respiré su aliento.
Se introdujo en mis pulmones.
Mordisqueó mis costillas.
Ayer, mientras Yo te copulaba,
Él asomaba su lengua para lamer tu piel,
Para depositar su larva
Para también, penetrar en ti.
Los demonios de la ebriedad
Hace 1 semana
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