sábado, 18 de julio de 2009

"Sanitizado"

El color blanco nunca ha sido mi favorito.
Es más, entre pintores se dice que un lienzo en blanco representa una gran angustia para el artista y por eso prefiere rellenarlo de colores y formas cursis o perversas.
Tal vez sea por eso que detesto el color blanco de este hospital.
Volteo para todos lados y solo hay color blanco, color frío y ajeno... indiferente.
Las luces de esta sala de espera también son muy blancas, además de que producen un sonido muy particular que te recuerda que todos allí estamos callados y que esas lámparas funcionan con una electricidad casi silenciosa.
Ya salí en tres ocasiones al patio para tomar aire fresco. No tengo noticias de ella. Regreso a mi lugar. Intento nuevamente reanudar la lectura de mi libro de bolsillo pero es inútil.
Todo es inútil. Nadie curará al anciano que tose en un rincón y que lleva cuatro horas esperando ser atendido por algún medico de urgencias. Está abrigado con una cobija de esas antiguas, de pueblo. Cada vez que tose escupe en una servilleta y la conserva entre sus manos mientras un joven que al parecer es su nieto, intenta torpemente interceptar a algún medico que cruza velozmente por el pasillo.
Hay cinco embarazadas quejándose y paseando de un lado a otro, sus familiares las observan ya desesperados por tanto tiempo y cargando sobre sus piernas la maleta con todos los documentos de la paciente, una bata, pantuflas, crema, shampoo, cepillo dental, toalla y un par de rastrillos. Aquel sujeto sentado sobre el suelo debajo del teléfono de monedas parece ya resignado. Su vestimenta y sus rasgos físicos me han hecho suponer que viene de algún estado vecino. Está solo. Se lleva las manos a la cabeza y soporta los dolores de quien sabe que parte de su cuerpo hasta el límite de vomitar dentro del cesto de basura.
¡El señor esta muy enfermo! ---gritó una de las embarazadas--- ¿señor, esta usted bien? ¿Con quien viene? El silencio eléctrico y la blancura de la sala de espera sumergieron a los allí presentes en el letargo cotidiano de quien no espera ya nada.

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