Se desliza sobre tus muslos cual babosa de cuerpo hinchado.
Espuma y demás secreciones viscosas.
Cobra negra que se yergue, que se expande…punzante.
Asta bandera metálica, gélida. Erguida y clavada para siempre en la tierra blanda.
Bastón de ciego que descifra la forma del mundo, que lame cada superficie rugosa: una verga erecta guiando los tímidos pasos.
Banana plástica de naturaleza acuática cabalgada por jóvenes bajo el cálido abrazo del sol.
Punzón dorado que surca y contiene desbordantes cabelleras femeninas.
Locomotora que avanza pesadamente por valles, ciudades y colinas, de día y de noche. Incansablemente, anunciando su paso temerario con negras bocanadas y silbidos de animal en celo.
Espada samurai que arrebata la vida, que se hunde en la carne y detiene el aliento, sólo el maestro, el mercenario o el homicida innato saben blandirla con elegancia y técnica.
Anzuelo que el pez chupa, devora.
Astas de toro que envisten. Silueta negrísima que derriba, que tiende sobre el suelo…
Badajo de campana que tañe gravemente, que penetra muros, oídos, cráneos.
Cuchilla de carnicero, afilada, amenazante. Corta tendones como tallos de margaritas, rebana músculos rojos como pan, como mantequilla. Amputa costillas, abre en canal.
Mazo que golpea el concreto.
Aleta de tiburón: Desafiante, grito de horror, navaja que corta el oleaje, muerte acuática, torpedo gris.
Arma homicida, revolver, olor a pólvora.
Arpón ballenero. Proa surcando gélidas latitudes. Neciamente.
Mástil al que se aferran celosas velas hinchadas por el viento.
Sádico clavo que atraviesa piel, tejidos, huesos y madera.
Ballesta medieval, espada del Mio Cid, arma de Aquiles, cuchillo de obsidiana…
Flauta dulce, clarinete jazzista, trombón cobrizo, saxofón tabernero, corneta de músico callejero, pito de policía.
Micrófono al que Koko Taylor regaló sus mejores gritos en la vieja Nueva Orleans…
Pedestal del que Edith Piaff se colgaba al final de su vida en rosa.
Flexómetro de carpintero, termómetro de cirujano, lápiz de arquitecto, pincel de pintor, hacha de leñador, reata de charro, pistola de Pedro Infante, puñal de tarzán, látigo de domador de tigres, caramelo para adolescentes ganosas…
Banderilla que desgarra y desangra la bravura del toro.
Torre flamígera de Notre Dame. Lengua de gárgola, arco ojival, arquivolta gótica.
Bastón de Moisés partiendo en dos al Mar Rojo, báculo de Wojtyla levantado en todo lo alto de la plaza de San Pedro, siete veces bendito, siete veces perverso.
Nariz de Cyrano, Baguette de salami, chistorra bien dorada, pepino con chile, zanahoria arrugada, longaniza verde del rumbo de Tres Marías, chilaca desflemada, taco de chile relleno, kilo de moronga bien prieta, plátano macho, camote de Puebla, vaina de chícharo, mazorca dorada por el sol…
Alfiler budú, tótem africano, menhir paleolítico, columna griega, Empire State, Pirámide de Giza, atlante de tula…
Tiro penal, touch down, jabalina surcando el aire, tiro de gracia en la nuca.
Tilín, pilín, pito, polla, garrote, pija, pinga, picha, cipote, ñonga. En una palabra: Verga.
Eso es todo.
No amor, no grandes expectativas, no una absurda posición social, no un futuro promisorio, no el hijo deseado.
Sólo una Verga en franca decadencia. Con toda su furia, su sed.
No tengo nada más para ti.
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